Después de vivir un año en Nueva Zelanda me gustaría hablar sobre las expectativas, sobre como planeamos miles de cosas y de como nuestras vidas son totalmente vulnerables de cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Antes de irme lo tenía todo pensado, todo perfecto, con mi lista de cosas para hacer, planes, contactos. Pensaba que lo tenía todo controlado. Vamos, a mi Nueva Zelanda no me iba a pillar por sorpresa. Pero no sabía para aquel entonces que Nueva Zelanda preparaba para mi planes totalmente distintos y que mi experiencia iba a ser muy diferente a la que yo me imaginé.

Siempre me he preguntado el porqué de querer saberlo todo, ya que parte de lo mejor de la vida sucede cuando menos te lo esperas. Nos empeñamos en hacer planes, nos quejamos del amor, del dinero, del trabajo, el ser humano actual es quisquilloso por naturaleza, siempre encuentra algún motivo para no ser feliz. Nos empeñamos y obsesionamos en ideas que nos restan energía dando la espalda a un abanico mucho más amplio de posibilidades, a los pequeños placeres, detalles del día a día, a la belleza. Perdemos oportunidades, trenes, tiempo.

Nuestra mente es nuestro peor enemigo.
Pero, ¿y si dejáramos de controlar lo que hacemos? ¿y si la vida no está hecha de casualidades y desde que nacemos nuestro destino ya está escrito?
Por mucho que nos empeñemos en ir hacia una dirección pregúntate cuántas veces has tenido que cambiar planes de manera totalmente imprevista, cuántas veces empezando una cosa descubriste otra totalmente diferente o cuántas veces empezaste a caminar hacia una dirección y terminaste sorprendiéndote de lo diferente que fue el camino y de hacia donde te llevó.

Pensamos y queremos tener nuestra vida controlada en todo momento. El futuro nos preocupa en exceso y por eso planificamos desde que somos seres pensantes sobre como queremos nuestra vida, que tipo de pareja queremos encontrar, que queremos estudiar, que trabajo queremos tener. Desde que nacemos y sin tener ni voto ni razón nuestros propios seres queridos empiezan a crear expectativas de lo que podemos y quieren que lleguemos a ser, todo ello exaltado e incrementado debido a las prisas y presión que la sociedad occidental impone. Parece que todo tiene que hacerse de la misma forma, con el mismo patrón. Pero, ¿y si dejáramos de pensar en nuestras vidas y empezáramos a vivirlas? Creo que a muchos se os ha pasado por la cabeza la misma palabra: miedo caos, descontrol. Aunque yo os pregunto, ¿de verdad sería tan grave si no lo planeáramos todo? quizá así seríamos más sensibles a todas las señales que se nos presentan y que muchas veces no vemos por falta de atención, pánico o prisas.

» Todo es provisional: el amor, el arte, el planeta Tierra, vosotros, yo. » Frédéric Beigbeder.

— Stupendous Girl (@mevoyhastaluego) 25 de septiembre de 2016

Todo lo que pensabas que tenía que ser, suceder, lo que habías planeado, incluso tu motivación en ese entonces es vulnerable de ser cambiado, moldeado.  Nos esforzamos para que no sea así, es una eterna guerra entre nuestra ser racional y nuestro ser emocional. Todo cae por su propio peso y aunque nos esforzamos en tenerlo controlado hay cosas que se nos escapan de las manos.

La mitad de mis planes no se han cumplido, pero me he sorprendido con muchísimos planes improvisados mucho mejores que éstos. Dejarse llevar. Buscaba de manera obsesionada encontrar un visado para quedarme más tiempo y seguir al pie de la letra todos los tópicos típicos que se supone que hay que hacer en Nueva Zelanda y terminé encontrando en las antípodas muchas otras cosas y entre ellas: el amor de mi vida.

déjate llevar

Imaginaros si hubiera seguido al pie de la letra toda la lista de cosas que me había planteado hacer, no solo la de que cosas que me hubiera perdido y que me han aportado un crecimiento personal brutal, sino que también hubiera perdido la oportunidad de conocer el amor de vida!

Casualidades, el destino, suerte, no era el momento, ponedle la etiqueta que queráis. Espero con esta entrada ayudaros a reflexionar sobre lo que estáis haciendo ahora mismo, si lo hacéis porque queréis de verdad, si sentís que os estáis dejando llevar o que por un momento detengáis todo lo que estáis haciendo y que dediquéis un momento a observaros a vosotros mismos y a lo que os rodea de manera meticulosa y sin prisas. Y cuando me refiero a dejaros llevar no significa a lo loco, puedes sorprenderte teniendo las ideas muy claras. Y aunque yo he sido presa de la Serendipia no os puedo dar mas claves. Quizá simplemente nos podemos limitar como seres humanos a crearnos planes de vida y esperar a que la vida los acepte o nos cree otros totalmente distintos. Eso si, cuando la vida te pone en bandeja esa oportunidad, ese cambio de rumbo debemos cogerlo al vuelo, estar atentos, usar todos nuestros sentidos e ir a por ello. Y creo sinceramente que ese es el camino hacia el auto descubrimiento y crecimiento de uno mismo y hacia la verdadera felicidad.

déjate sorprender, vive

Y tú, ¿te has sorprendido alguna vez encontrando una cosa totalmente distinta a lo que estabas buscando? Cuéntamelo!